En el 2024, Local Democracy Academy (LDA), investigadores, legisladores, y líderes locales se reunieron para abordar algunos de los desafíos más urgentes que enfrenta la democracia. Dos presentaciones destacadas—una de Colombia, por Clara Rocío Rodríguez Pico, y otra de Albania, por Marsela Dauti—exploraron cómo las cuotas de género son tanto una herramienta crucial como un desafío complejo en la lucha por la representación política de las mujeres.
Su investigación, enmarcada en el contexto de dos países muy diferentes, reveló similitudes notables y planteó preguntas importantes sobre el futuro de la igualdad de género en la gobernanza local. Como parte de la misión de nuestra Red de Igualdad de Género de construir sistemas políticos más inclusivos, sus hallazgos nos brindan valiosas perspectivas y un camino a seguir.
Más escaños, pero no suficientes mujeres
Colombia ha tenido una ley de cuotas de género desde 2011, que exige a los partidos políticos incluir al menos un 30% de mujeres candidatas en sus listas. En teoría, esto fue una gran victoria para los derechos de las mujeres. Pero, como muestra la investigación de Clara, la realidad es mucho más complicada. A pesar de este mandato legal, el porcentaje de mujeres elegidas para los concejos municipales ha caído consistentemente por debajo del 20%. Aún peor, el 15% de los concejos municipales en Colombia todavía están compuestos exclusivamente por hombres.
El estudio de Clara, que analizó las elecciones de 2015 y 2019 en 1,101 municipios, reveló que las cuotas de género no se traducen automáticamente en concejos con equilibrio de género. Las disparidades son especialmente marcadas en los municipios más pequeños, donde los concejos dominados por hombres son la norma. Aunque Bogotá, la capital, y algunos de los municipios más pequeños han visto una mayor representación de mujeres, la mayoría de los concejos siguen muy por debajo del umbral establecido por la ley de cuotas.
Entonces, ¿qué está fallando? La investigación de Clara señala una brecha crucial entre la cuota “legal” y la “real”. Debido a cómo se redondean matemáticamente los votos y candidatos en los municipios más pequeños, los partidos políticos a menudo no tienen que cumplir completamente con la cuota, lo que lleva a que menos mujeres sean inscritas en las listas de los partidos. Este vacío legal socava el efecto que se pretendía con la ley.
Un paso adelante, dos pasos atrás
La investigación de Marsela Dauti, por otro lado, proviene de un país que elevó aún más la apuesta. En 2015, Albania aumentó su cuota de género del 30% al 50%, un movimiento audaz que muchos esperaban mejoraría significativamente la representación de las mujeres en los concejos locales. Inicialmente, los resultados fueron prometedores. Para 2016, las mujeres comenzaban a destacar en los concejos locales, particularmente en las discusiones sobre transparencia y bienestar social.
El estudio de Marsela, realizado en tres fases de recolección de datos de 11 concejos locales, encontró que la participación de las mujeres aumentó de manera constante en los primeros años. Las mujeres tenían más probabilidades que los hombres de abogar por la rendición de cuentas del gobierno y por las necesidades de los grupos desfavorecidos. Sin embargo, para el 2023, esta tendencia ascendente ya se había revertido. La participación de las mujeres en las discusiones de los concejos había disminuido, y la brecha de género en el compromiso político se había ampliado una vez más.
Entonces, ¿qué causó este retroceso? Las entrevistas de Marsela con concejales locales revelaron una combinación tóxica de centralización política y una dominación masculina arraigada. A medida que el poder político en Albania se concentró más en un solo partido, los estilos de liderazgo autoritarios comenzaron a suprimir las voces de las mujeres. Las concejalas también enfrentaron interrupciones frecuentes, ataques verbales y el rechazo de sus propuestas políticas. Además, mientras que los hombres tendían a ver la cuota como una oportunidad de igualdad, las mujeres percibían los obstáculos como profundamente sistémicos, lo que dificultaba traducir la cuota en una verdadera influencia.
Cuotas de género y democracia local
Tanto la investigación de Clara como la de Marsela señalan una conclusión crucial: las cuotas de género, aunque necesarias, no son una solución definitiva. Abren la puerta para que las mujeres participen en la política local, pero sin reformas sistémicas más amplias, su impacto sigue siendo limitado.
Esto nos conduce a la misión de nuestra Red de Igualdad de Género. ¿Cómo podemos garantizar que las cuotas de género no solo resulten en una representación descriptiva —es decir, que las mujeres estén presentes —, sino también en una representación sustantiva, donde las mujeres tengan una verdadera influencia sobre las decisiones que afectan a sus comunidades? De hecho, uno de los principales objetivos del ICLD es fortalecer la democracia local aumentando el número de mujeres en puestos de toma de decisiones, asegurando un claro alineamiento con nuestra estrategia y objetivos como organización.
Existen varias lecciones de los estudios de Clara y Marsela que pueden orientar nuestra estrategia de cara al futuro:
- Fortalecimiento de la aplicación de las cuotas: Tanto en Colombia como en Albania se demuestra que las cuotas son tan efectivas como su implementación. En Colombia, es necesario cerrar la brecha entre las cuotas legales y las reales para asegurar que más mujeres formen parte de las listas de los partidos. En Albania, está claro que las cuotas deben ser reforzadas por estructuras políticas que protejan los derechos de las mujeres y fomenten su plena participación en la gobernanza.
- Crear una cultura política de apoyo: La investigación de Marsela destaca el ambiente hostil al que muchas mujeres se enfrentan, incluso después dehaber sido electas. Nuestra red debería enfocarse en fomentar culturas políticas que promuevan la igualdad de género, incluyendo capacitación para los hombres sobre sensibilidad de género y políticas contra el acoso dentro de los consejos.
- Empoderar a las mujeres una vez electas: No basta con que las mujeres sean elegidas — es necesario empoderarlas para que lideren. Esto implica ofrecer mentoría, capacitación en liderazgo y crear redes donde las mujeres puedan compartir estrategias y abordar las barreras en constante evolución que enfrentan.
- Enfocarse en el compromiso a largo plazo: Como muestra la investigación de Marsela, el progreso puede ser frágil. Debemos seguir monitoreando la participación de las mujeres a lo largo del tiempo y abordar las barreras que emergen. Lograr un cambio duradero en la gobernanza local requiere un esfuerzo sostenido y una vigilancia constante.
- Superar la falta de representación en los municipios más pequeños: Los resultados de Clara en Colombia resaltan la necesidad de centrarse en los municipios más pequeños y menos urbanizados, donde la representación de género suele ser más débil. Nuestros esfuerzos deben incluir programas específicos que aborden los desafíos únicos que enfrentan las mujeres en estas regiones, desde reformas al sistema electoral hasta un mayor apoyo a las candidatas locales.
Mirando hacia el futuro
El trabajo de Clara y Marsela ofrece una hoja de ruta clara sobre cómo podemos avanzar en la igualdad de género en la gobernanza local. Las cuotas son solo el comienzo: crean oportunidades para las mujeres, pero el verdadero desafío está en desmantelar las barreras sistémicas que impiden que las mujeres ejerzan plenamente su poder político.
Al reflexionar sobre los resultados de la Local Democracy Academy 2024, nuestra Red de Igualdad de Género está más decidida que nunca a impulsar políticas que no solo aumenten la participación política de las mujeres, sino que también aseguren que sus voces sean escuchadas, respetadas y tomadas en cuenta. La democracia local tiene el potencial de ser un motor poderoso para la igualdad de género, pero solo si seguimos luchando por espacios inclusivos y equitativos donde las mujeres puedan prosperar como líderes.